lunes, 24 de abril de 2017

Rene Lavandera

aba una calle cerca de su casa con sus amigos, un joven de diecisiete años que manejaba el auto de su padre lo atropelló y le aplastó su brazo derecho (él era diestro). Se salvó parte del brazo, quedando un muñón de once centímetros a partir del codo.2Lavand realizaba sus ilusiones con la única ayuda de su mano izquierda. Lejos de dejarse derrotar por la circunstancia de su accidente, Lavand practicó la cartomagia obsesivamente desde su infancia hasta alcanzar un completo dominio de la baraja. Para ello debió seguir un camino autodidacta, porque "todos los libros y técnicas son para magos de dos manos".
Sin embargo, la atracción de los espectáculos de Lavand no radica exclusivamente en la asombrosa manera en que ha superado su discapacidad, sino en las historias (escritas en su mayoría por sus amigos Rolando Chirico y Ricardo Martín) con las que viste sus ilusiones, y en su expresivo manejo de la pausa y el silencio como recursos dramáticos.
Tras trabajar como bancario hasta los treinta y dos años, en 1961 —luego de ganar una competencia mágica en la especialidad llamada manipulación— se lanzó como profesional actuando en la televisión y teatros argentinos (Nacional y Tabaris). Desde 1983 viajó y fue reconocido en Estados Unidos, Europa y Japón, donde realizó espectáculos privados y conferencias para sus colegas.
Su juego más famoso es la versión que realizaba de un clásico de la cartomagia llamado "Agua y aceite"; en él utilizaba una de las frases que definen su arte: "No se puede hacer más lento". Fue él quien acuñó la palabra "lentidigitación", que, en contraposición a la prestigiditación, define a la ilusión ejecutada lentamente a fin de llevar la imposibilidad a su máxima expresión. Otra de sus frases recurrentes en sus presentaciones en televisión, al enfrentar algún plano medio de cámara, era "La cámara implacable no me deja mentir...".
Otros conceptos clave de su arte son "añadirle belleza al asombro", y la búsqueda de "la belleza de lo simple". Lo primero lo consiguió a través de los cuentos, poesías y música que utilizaba en sus presentaciones. Y lo segundo, llevando sus movimientos, gestos y palabras a lo esencial, logrando así un mayor asombro y disfrute por parte de los espectadores. La ilusión en la que más lo consiguió es —según sus propias palabras— "Las tres migas": en ella, tres migas de pan aparecen una y otra vez dentro de un pocillo de café, a pesar de haber sido claramente arrojadas fuera de la mesa.
Tenía algunos "discípulos", como prefería llamarlos, que lo visitaban en su casa para aprender su arte de cerca; para ello acondicionó un vagón de tren que utilizaba como salón de magia. También ha grabado videos y publicado varios libros técnicos para sus colegas. Para el público en general escribió sus memorias, Barajando recuerdos. En ellas cuenta anécdotas de una vida dedicada a recorrer el mundo llevando su arte único, junto a la transcripción de algunas de las historias que relataba en sus juegos.
René Lavand falleció el 7 de febrero de 2015 en la clínica Chacabuco de Tandil, a los 86 años, a causa de una neumonía.3

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